El hotel se encuentra ubicado muy cerca del centro, por lo que tiene lo hace atractivo, además que recibe a cualquier hora. El exterior bastante oscuro, sin vigilancia y no cuenta con estacionamiento, solo dicen que se puede estacionar en la calle, sin que obstruya ninguna entrada de los vecinos. En el lobby hay una “tiendita” donde se ofrecen sopas, pasta de dientes, cigarrillos, condones, rastrillos, etc., pues todo está a la venta para los huéspedes. Ciertamente, el personal es amable, poco sonriente y sin ninguna capacitación en calidad y dan las llaves, con el control del aire acondicionado y de la televisión. Las habitaciones tienen nombre de frutas y a nosotros nos tocó quedarnos en la papaya. No me dieron wi fi y la luz se fue en cinco ocasiones y no tienen servicio de energía de emergencias. En cuanto a la habitación, de entrada se observa limpia, tanto que no tiene papel higiénico y hubo que solicitarlo en recepción para que dieran un papel de lija en lugar de papel higiénico. El aire acondicionado es viejo, se observa con falta de mantenimiento y la luz del aparato no se apagó en toda la noche y por si fuera poco, ni enfría y aunque estaba en el tope de 16 grados, moría de calor. En camas: parece que las sábanas están limpias, sin embargo me pase la noche sintiendo que algunas diminutas cosas me brincaban por todo el cuerpo, literalmente: todo…. el cuerpo; así que pasé horas rascándome todo el cuerpo o tal vez era la tela de las sábanas que parecen acartonadas y ásperas. En fin, solo logré dormir una hora y después a pasar la madruga rascándome, viendo la luz del aire acondicionado. La seguridad de las habitaciones es relativa, pues la puesta tiene un seguro sencillo y se oye todo lo que sucede afuera o adentro de la habitación. El baño, pues muy sencillo, con un lavado como fregado, mal hecho, con regadera, wc y lavabos funcionales pero no estéticos y sin ganas de hacer nada descalzo. En fin, el lugar es barato, está bien ubicado cerca del centro, está tranquilo, pero nada cómodo y sin poder descansar más de una hora y sin ganas de quedarse en la cama o ya ni se diga, en la habitación. Si no hay de otra, es posible que lo ocupe como el último recurso cuando tenga que pasar por ahí, pero de preferencia, en la próxima ocasión buscaré un lugar donde de verdad pueda: descansar.
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