Hotel viejo, bastante bien conservado pero con faltas en el mantenimiento (sin tapones en los lavabos, desconchones en el alfeizar de las ventanas...) Por lo demás bien. Habitaciones normales con sábanas y toallas en muy buen uso, buena temperatura, al lado de la basílica con inmejorables vistas desde las ventanas de las habitaciones delanteras. Personal amabilísimo, sobre todo Juan Manuel en los desayunos. Desayuno muy bueno: zumo de naranja natural, variedad de embutidos, frutas y pastas, cava "montserrat" naturalmente. Caro para lo que es (85 €/noche) Ideal para una estancia de un par de días de relax y tranquilidad. Abstenerse los que no les gustan las campanas, desde maitines, a las 5 horas, hasta vísperas, a las 20, venga tocarlas. Por eso se está en una abadía... Tuvimos la poca suerte de que el bar estuviese cerrado, había que ir a cualquiera de los dos que hay en Montserrat. Uno cierra a las 17 horas y el otro a las 21, menos los domingos que cierran antes. Sala de estar discreta,, algunas salas de reuniones, restaurante encantador. Con la reserva tienen billetes del cremallera durante la estancia. En fines de semana hay que espabil**** para reservar, nos dieron la última habitación que les quedaba. Cuando estábamos esperando para pagar había una persona que estaba reservando ¡para abril de 2021!
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