Del 2 al 11 de septiembre hemos estado en este espacio al que no llamaría hotel porque desde el primer segundo te reciben como en casa. Cercanía, amabilidad, buenos consejos, simpatía... se me podrían acabar los calificativos. Nosotros estuvimos en una de las cinco habitaciones con las que cuenta el emplzamiento y todo perfecto, limpio, espacioso, silencioso por las noches, y cuidado. El desayuno está incluído y es una delicia (con un poco de buen tiempo, te llevan a desayunar al jardín y es una gozada), pero las cenas son algo espectacular y a muy buen precio. Sí o sí hay que cenar allí aunque solo sea un día. Es un lugar ideal para luego moverse por diferentes pueblos, ciudades y espacios naturales cercanos. Está muy bien comunicado (también por tren). Gracias al francés de mi pareja y al saber hacerse entender de Patrick y Christophe, todo fue perfecto (¡qué dos grandes anfitriones, magníficos, junto al perro Oscar!). Ojalá podamos volver algún día, porque merece mucho la pena. Piscina incluída, también, que es otro aliciente.
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