Fuimos a comer a este restaurante en el precioso Palacio de Rubianes. No puedo poner ningún pero. El entorno, la decoración, la atención y amabilidad de José... Y la comida, excelente, de principio a fin. Tienen dos menús distintos y carta. Probamos el menú tradicional, compuesto de aperitivo, croquetas de jamón, torto con revuelto y cabrales, fabada, arroz con pitu y torrija de postre. Todo extraordinario. Y todo el personal, también. Sin duda, repetiremos.
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