Me ha decepcionado. Ponía en la puerta, que el horario de atención era de 8 a 11 y de 15 a 20 horas. La puerta estaba cerrada a las 15,15, tuvimos que estar picando con una aldaba. La chica que nos atendió fue muy amable, pero no nos explicó absolutamente nada. Nos dijo el nº de habitación y al subir con las maletas por la escalera, ninguna habitación tenía número y estaba totalmente oscuro. Nos tuvimos que guiar con la luz del móvil, porque el interruptor no se veía dónde estaba. La habitación salvaje, muy grande, la cama muy cómoda, pero con almohadas cuadradas. La cama supletoria, muy corta, a mi hija le salían los pies. El baño grande y con bañera de hidromasaje. El suelo es de madera, hace ruido y además vibra mucho cuando alguien camina. Al salir de la habitación, eran las 16,30, no había nadie atendiendo ni vimos a nadie del hotel por allí para preguntar. Solo había 2 gatos que se paseaban por el hotel todo el día. Por la noche, salimos a cenar y al volver andando, no hay luz en la calle delante del hotel, estaba totalmente oscuro. En el desayuno, había un señor atendiendo el comedor, pero no nos dijo absolutamente nada. No encontramos a más clientes, pero en la bandeja de croissants solo había uno pequeño y una barra de pan en otra mesa. Por el precio que se paga, que menos que estar pendiente de lo que falta, ya que repuso la comida cuando ya estábamos acabando. Durante el desayuno uno de los gatos se paseaba por el comedor. El café era malísimo.
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