Se trata de un hotel pequeñito, con habitaciones repartidas en distintos edificios de una pequeña calle al lado de Castel Sant’Angelo, a pocos minutos andando del Vaticano y a unos escasos veinte minutos, también andando, de Piazza Navona, el Panteón, etc. La ubicación es muy buena. Las habitaciones, al estar unicadas en edificios que son pisos, pues son una lotería: te pueden tocar las que veis en las fotos promocionales o te pueden tocar muy poco iluminadas y mal distribuidas como la nuestra: solo entrar te comes la cama, tienes que pasar por un largo pasillo al lado de un patio de luces para acceder al baño, etc. Lo peor, por eso, sin duda son las paredes de cartón. Nuestra habitación quedaba a escasos dos metros de la recepción y se escuchaban constantemente las idas y venidas del resto de huéspedes. Las habitaciones, por eso, están muy limpias y, por el precio que cuesta, es una opción a valorar sin duda.
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