El hotel es muy hermoso, cálido, con habitaciones super grandes y con vistas al lago, todas de madera y con balcones. Las salas de estar son todas hermosas y con vistas de cuentos. El desayuno es riquísimo, todo casero y hecho en el momento, te lo sirven cuando te sentás en la mesa y podés elegir huevos, yogurt, frutas, tostadas, medialunas caseras, jamón y queso y un café delicioso. El restaurante es riquísimo, íntimo y tranquilo. Ya habíamos ido en 2021 y seguro volveremos. Todos nos atendieron súper amablemente y nos hicieron sentir muy cómodos.
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