Nada más abrir la puerta de la habitación se apreciaba un intenso olor a tabaco que fue en aumento al entrar dentro y se hacía insoportable en el cuarto de baño. Llamamos por teléfono a la responsable (no hay nadie en recepción, está todo automatizado), solicitando un cambio de habitación. Después de negarnos por teléfono que alguien hubiese podido fumar allí dentro, finalmente acudió al alojamiento a comprobarlo. Una vez allí se excusó diciendo que era “un problema de la ventilación” y que no nos iba a dar otra habitación ni tampoco una compensación económica ni ninguna otra alternativa. Paradójicamente la habitación estaba llena de señalizaciones de prohibido fumar bajo multa de 100€, pero nadie iba allí a comprobarlo. Solicitamos entonces la hoja de reclamaciones, negándonosla en ese momento por no tenerla disponible en el establecimiento (estando obligada a ello), por lo que debimos avisar a la policía para que acudiese en nuestra ayuda. Gracias a la policía, a pesar de haberse negado reiteradamente a ir a recoger la mencionada hoja, y bajo advertencia de demanda por incumplimiento de la ley, fueron a recoger la hoja de reclamaciones. Además no se corresponde la calidad-precio del lugar, siendo un precio desorbitado (100€), un lugar alejado del centro, sin recepción, sin posibilidad de desayuno, mal insonorizado (de escuchaba todo lo de las habitaciones y pasillo) y con contaminación lumínica (las cortinas no tapaban la luz y no pudimos apenas pegar ojo). Si después de todo esto sigues queriendo alojarte allí… buena suerte.
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