Magnifica experiencia. Pueblo precioso, tranquilo, superlimpio, gastronomía genial. Hotel con mucho encanto, el recepcionista José Luís, genial y muy entrañable, te hace sentir como en tu casa y él es un amigo de toda la vida. El desayuno en la terraza al aire libre en plena explosión primaveral de vegetación y pájaros, son de las que no se olvidan facilmente. Por poner alguna pega, nos tocó una habitacción cerca de recepción, era algo pequeña y con dificultad para mantener la intimidad. El hotel de 10, volveremos.
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