Nos ha gustado mucho, dudábamos de si el precio del hotel y del Red Level merecerían la pena pero sin duda sí. Las vistas desde la hamaca son inmejorables, una piscina preciosa, muy tranquila, con agua climatizada, un montón de palmeras, camas balinesas y al fondo el mar. Los dos restaurantes de esa zona merecen mucho la pena, también con vistas al mar. Destacar la extrema educación y amabilidad del personal. Como punto a mejorar diría una explicación un poco más detallada del Red Level. Nos enteramos el último día de que en el Bistrot Provenzale tenían una pequeña carta de comidas y también de casualidad de que la cama balinesa tenía un botón para llamar y pedir algo. Repetiremos.
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