Por donde empezar... Lugar incomparable de belleza sin igual, un enclave de ensueño. Ideal para descansar y disfrutar del entorno, los niños a su aire. La casita donde nos alojamos tenía chimenea,muy acogedora, estaba decorada con muy buen gusto y gran lujo de detalles. El desayuno variado y exquisito. La anfitriona, Maria Fernanda, atenta, servicial, saber estar.. nos hizo sentir como en casa. Volveremos en otoño, sin duda...Gracias
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