Nos alojamos en este Parador 2 años después de estar alojados en el de Arties. Viaje en familia para esquiar y visitar la Vall D'Aran. Resultado: no recibimos el servicio que se presupone a un Parador. 1. La llegada. Nos atiende un chico joven, al que me costaba un poco entender, que no fue capaz de darnos información en cosas tan básicas como la tarifa del spa, no nos comentó que había guardaesquís. Desde luego no nos recibió como esperas en Paradores y después de 12 horas de viaje en coche 2. Mención aparte el spa: precio elevadísimo, el personal del mismo no te informa absolutamente de nada, pagas el circuito de aguas y listo, sin más. Horario infantil muy reducido. Por la mañana estaba vacío, pero aún así no podías ir con niños 3. Restaurante con una carta inexistente para niños, platos propios de adultos, sin guiño alguno para los más jóvenes 4. Una de las camareras del Desayunador muy antipática y poco eficiente. El resto, correcto. El mejor, sin duda, un señor mayor de pelo blanco y acento aranés/catalán, sin duda el mejor del servicio de camareros 5. Limpieza de habitación sólo superficial 6. Instalaciones que necesitan una reforma, ambiente "viejuno" Gran salón con chimenea, pero muy desangelado. Sólo la última noche pusieron hilo musical. El resto de días nada. Hay un piano...pero nadie lo toca. Una pena que ese gran salón esté tan gris y triste. 7 La arquitectura es espectacular, un edificio muy potente, con una personalidad muy marcada, al que la frialdad de la decoración de los espacios comunes no le hace ningún favor Como resumen, podría decir que es un Parador poco acogedor, especialmente por la actitud de algunos empleados, algunos de ellos con una manifiesta inexperiencia, y por lo sobrio y desangelado de los espacios comunes. Una música ambiental, una decoración más acogedora, un ambiente más cálido sería una gran mejora. No repetiremos
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