Según leí la estancia pertenece a la misma familia hace 9 generaciones, pero inicialmente solo se dedicaba al tambo y la fábrica de quesos. Comenzaron con el turismo ofreciendo días de campo, y luego construyeron 10 habitaciones para alojarse, con un patio interno, buenas vistas de las montañas, un muy buen restaurante y una sala de lectura muy agradable. La habitación es amplia con buena vista, tiene TV, heladera y caja fuerte. No hay pava eléctrica para tomar un té o café. El baño también es amplio y cómodo. El desayuno es correcto, la cena fue muy buena pero se abona aparte. La atención y la limpieza es excelente. Wifi muy pobre. Estacionamiento descubierto sin cargo y se puede visitar el tambo y la fábrica de quesos desde afuera, mirando por un vidrio. El precio es algo elevado.
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