Nos alojamos aquí porqué íbamos a visitar la zona, y nos gustó que estuviera en medio de la naturaleza y que tuviera piscina climatizada, ya que para la exterior empieza a refrescar. Pero para nuestra sorpresa resulta que dicha piscina interior no está incluida en el precio (son 8€ por persona y día extras, niñ@s también), aunque ni en su web ni en Booking lo especifica en ningún sitio (únicamente en un papel colgado en la puerta de acceso a lo que llaman spa, que es sólo esta piscina con 3 chorros y una cascada, porque el jakuzzi no funciona). De todos modos, pagamos para disfrutar de ese supuesto espacio de relax... Hasta que niños y mayores se colaban, haciendo alboroto, así que fue un poco frustrante. El complejo, a pesar que de día parece que el lugar vaya a ser tranquilo y silencioso, la verdad es que por la noche ha sido un desastre: perros ladrando, portazos, golpes, cachondeo, vecinos ruidosos, arrastrando muebles, follsndo y de juerga hasta las cinco de la madrugada... Y la persona de recepción no ha hecho nada cuando fuimos a quejarnos. Hemos dormido fatal– bueno, de hecho, casi no hemos dormido, vaya. Capítulo a parte merece también el cuidado en los detalles: habían pelos en la bañera, algo seco en la cortina del baño, una sabana con manchas, los botecitos de gel/champú estaban visiblemente rellenados/reutilizados, la ensalada de la comida tenía hojas podridas... Los jardines alrededor, que en su día fueron campo de golf, agraredecerian más cuidados, y es evidente que las instalaciones en general han visto tiempos mejores. El personal es bastante amable, pero están visiblemente sobrepasados por el trabajo. Lo mejor: el desayuno, aunque no coincidía exactamente con las fotos en Booking. Menos para mí, que como celíaca sólo tenía panecillos a mi disposición, nada más, al contrario del resto de clientes, que disponían de croissants, donuts, repostería diversa, cereales y panes variados– y todos pagamos 12€, claro... Resumiendo: una pésima experiencia.
不錯
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