El hotel está muy cerca del pueblo de Purmamarca. Se puede llegar andando en pocos minutos. Es un edificio ancestral y restaurado pero que, como es lógico, mantiene la estructura y estilo de lo que fué, un convento. Las habitaciones son espaciosas, asi como el baño. No tienen ni frigorifico ni TV. La insonorización es ciertamente deficiente por la estructura del edificio y que las puertas tienen un cierre deficiente que provoca ruidos innecesarios. En el baño la cortina de la ducha no facilita nada la higiene. En cuanto al servicio, muy atento y correcto en todo momento. El restaurante, donde cenamos y desayunamos, de gran nivel tanto en la presentación como en la elaboración de los platos y la diversidad. Los vinos también en ese mismo nivel.
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